Con este artículo quiero sintetizar el capítulo abierto sobre la lectura que
he ido desplegando durante las últimas semanas. La intención no es acabar el
proceso, sino justo la contraria, dejar abierto un espacio en defensa de la
lectura, el libro y la edición en todas sus dimensiones, incluidas las más contemporáneas.
Para etiquetar todo este conjunto de
ideas, tal vez lo mejor sea trazar una panorámica. La primera cuestión a tener en
cuenta es que leer hoy
tiene unas peculiaridades: nuestros alumnos han nacido en una época en la que
dominan las nuevas tecnologías y en la que existe una hibridación completa
entre la lectura tradicional y la mediada por pantallas y aparatos de
interacción comunicativa. Esto implica dificultades, aunque también nuevos
horizontes por descubrir.
Si tenemos
que validar
retos, el primero es el de vencer los efectos negativos de la aparente inmediatez que
ofrecen, por ejemplo, internet y los ya universalizados smartphones. Es
necesario orientar la lectura frente a esa fuerza seductora que fragmenta la
comunicación, los contenidos y los textos hasta hacerlos momentáneos, parciales
y superficiales. Y una de las propuestas posibles es incentivar la curiosidad lectora, las estrategias
de lectura y la comprensión
lectora.
Para lograr lo primero es necesario refinar la mirada y seleccionar bien las lecturas, pero hemos de dar un paso más y desarrollar las potencialidades de lectura inapercibidas en las nuevas tecnologías. Este proceso debe ir acompañado, en cualquier caso, de una educación visual que ayude al alumno a interpretar textos no solo verbales, sino también icónicos.
El reto de la educación visual combina perfectamente, por tanto, con el uso de nuevos gestores de contenido en internet, gracias a los cuales se une el uso de la lectura de imagen y texto a la producción de textos híbridos de imagen, sonido y texto tradicional. El reto de reaprender a leer debería ir unido al reto de reaprender a escribir mediante nuevas herramientas: Drive, Canva, Pinterest i Prezzi son ejemplos más que válidos con los que observar la potencialidad de ello.
El reto de la educación visual combina perfectamente, por tanto, con el uso de nuevos gestores de contenido en internet, gracias a los cuales se une el uso de la lectura de imagen y texto a la producción de textos híbridos de imagen, sonido y texto tradicional. El reto de reaprender a leer debería ir unido al reto de reaprender a escribir mediante nuevas herramientas: Drive, Canva, Pinterest i Prezzi son ejemplos más que válidos con los que observar la potencialidad de ello.
El segundo reto es el de compensar el movimiento
aparente de total accesibilidad que ofrece
la red: la sensación de tener todo a nuestro alcance sin necesidad de
elaborarlo, cuestionarlo o hacerlo propio. El aceptar ideas hechas, copiarlas,
pegarlas sin necesidad de reconstruirlas y ni siquiera criticarlas es uno de
los efectos perversos de la comunicación actual.
En ese sentido, la investigación puede
ser un camino de compensación de este problema. La propuesta de pautar unas metodologías investigadoras, incentivar la creatividad y potenciar el respeto por la autoría
y los derechos digitales me parecen claves.
Esta competencia relevante no debe obviar,
por supuesto, la participación activa del alumno, individual y en grupo, incentivadora
de la creatividad y del intercambio entre iguales. La participación ayuda a
desarrollar la aportación y la delimitación individual de ideas, es una fuente incuestionable
de producción textual y de interpretación, y orienta la comprensión lectora. A
su vez, combinada con los nuevos gestores de contenido, multiplica su efecto y
ayuda a desarrollar la educación visual.
En Profundización
en la lectura y en Vamos
a investigar un tema de introducción a la filosofía, he querido plantear dos
actividades que reúnen características para potenciar la lectura y la
comprensión lectora desde la interacción con medios digitales. Creo que ayudan
a resolver en alguna medida los problemas de lectura anteriormente planteados,
pero también tienen un núcleo común: la participación grupal. Respecto a la
lectura, no solo ofrecen posibles recursos, sino que incentivan una actitud
posiblemente más importante, la de hacer la lectura algo personal y propio de
los alumnos implicados en el proceso, algo que va más allá de cualquier técnica
acabada.
Por supuesto, el siguiente reto sería
intentar fundir ambas propuestas en un proyecto más amplio y general, pero eso
es un tema que dejo abierto para próximas investigaciones. De cualquier manera,
todo este proceso que recojo bajo la etiqueta #Lectura_INTEF
ha resultado un proceso interesantísimo que ha mejorado mis recursos para
impartir la docencia de Filosofía. ¡Gracias a Espacios de lectura!
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