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Mostrando entradas de septiembre, 2008

La estética de las cicatrices. Doris Salcedo. Shibulek

Una de las cuestiones más difíciles del arte contemporáneo, derivada de su relación con la autonomía, reside en algo tan simple como el montaje y desmontaje de las instalaciones: su límite, su continuidad, su permanencia fuera de la acción en vivo, lejos de su puesta en escena, lejos del lugar en el que se ubicaron. ¿Nos seguirán hablando sus piezas embaladas y apiladas en almacenes, o quedarán sometidas a un opaco silencio que las desarticule? ¿Volverán a decirnos algo fuera de su actual emplazamiento? ¿Lo harán o quedarán engullidas en su arquitectura inicial? He aquí la importancia por parte del artista contemporáneo de contemplar ese aspecto, más allá de la cresta del impacto de su primera exhibición, o de su primera oleada. Antes de la expansión de las instalaciones, el arte hacía gala de la portabilidad, aunque de paso complicara su resistencia ante el fetichismo y la masificación, y redujera claramente sus posibilidades de fundirse con el espectador, con la vida cotidiana, con

Hace mucho que te quiero. Philippe Claudel. 2008

Quién no ha soñado despierto con dar abiertamente los primeros pasos después de un trauma, su curso lento, lejos de la histeria, del rencor profundo, del autoengaño, de la obsesión... Lejos del olvido y la redención. Quién no se ha extrañado con que ese sueño apareciera encajado en el paso lento de algunos seres conocidos, o en uno mismo, todos pacientes, silenciosos y discretos, aunque fuera sin focos que lo quemen todo con su exagerada y luminosa luz, aunque fuera despacio, en silencio, pasando por los intervalos de penumbra. A decir verdad, puede haber muchos territorios de verdades, pero también hay certezas que se toman en su justo punto de emergencia, y que caen libremente con su peso por la pendiente de la experiencia, hasta el instante de elección que la continuidad de la vida exige. Probablemente es así como el tiempo sortea los traumas, sin enterrarlos, reproducirlos ni monumentalizarlos, sino más bien pasando a través de sus estrecheces. Por supuesto, el engranaje de e