¿Qué hace a un lector dejar abandonado un libro, pasar de puntillas por una estantería o mirar con incredulidad una librería o una biblioteca?
Seguro que es el sonido de fondo de la sociedad, pero sobre todo -o al menos es lo que creo como ingenuo- planea la propia impotencia del lector ante ese objeto llamado libro y que resulta a menudo impenetrable, ajeno a su vida, monótono y cada vez más apartado en el rincón de cosas viejas de un almacén.
Es cierto que las editoriales están haciendo cambios sustanciales en la calidad de sus publicaciones, ediciones reducidas, bien presentadas, producidas y distribuidas, como también es cierto que las bibliotecas y los docentes se esfuerzan en difundir la lectura de maneras destacables. Sin embargo, siempre quedará pendiente el punto de motivación autónomo del lector, atraído por la lectura como algo inserto en su propia vida. Tarea difícil, pero reto motivador...
Desde luego, no parece poco importante el papel de la comprensión o la falta de comprensión de las obras en este desánimo del entendimiento lector. Y en ello probablemente tiene mucho efecto la vieja causa del rechazo popular por la cultura, lamentablemente demasiado arraigada todavía en nuestro país y vestida ahora tecnológicamente. Pero sobre todo creo que la causa es el mal efecto tonificador que produce la lectura en una parte importante de nuestra sociedad: la comprensión lectora. ¿Qué pasaría si mejoráramos la capacidad de comprensión lectora de nuestros jóvenes, de nuestros alumnos? ¿Cómo podemos hacerlo todavía?
En el marco de Espacios de lectura he podido discutir sobre este tema y coincidir en la importancia de él en conjunto con un equipo de docentes. Como resultado, hemos elaborado un plan general que recoge como plato fuerte, además de otros elementos, la comprensión lectora.
En general, el plan parte de la necesidad de fomentar la lectura a partir de las necesidades de los alumnos, idea relacionada con la desmotivación general de la sociedad respecto a la lectura de la que hablaba al comienzo de este artículo. No cabe duda de que partir de los temas y gustos de los alumnos puede acercar y recuperar la lectura en buena medida.
Otro aspecto no menos importante para la difusión de la lectura es hacer interactuar las nuevas tecnologías con los medios clásicos de la edición escrita y la lectura tradicional. Confeccionar una vídeorreseña de una obra clásica aporta proximidad con la lectura tradicional, y ayuda a traducir en ambos sentidos los contenidos, los temas y el gusto por leer, escribir y expresarse en diferentes modos. Afina el aprovechamiento de la lectura tradicional y ayuda a la comprensión y la expresión en medios más próximos al alumnado.
El tercer aspecto es para mí, tal vez, el más importante de todos, pues conseguir extraer un beneficio personal, estético o cognitivo de un texto significa un reto crucial en la lectura. Desde la docencia, potenciar la comprensión lectora supone en primer lugar fragmentar las fases de la lectura y el análisis, así como fomentar el uso creativo y sintético de estos contenidos por parte del alumno desde cualquier medio: tradicional, informático, audiovisual, en red... Este procedimiento, además, está en plena sintonía con los nuevos usos de evaluación formativa, competencial y reguladora vigentes en la educación actual.
En ese sentido, no puedo dejar de comentar un último nivel de profundización de la comprensión lectora, esta vez específica de mi materia, la filosofía: un plan de trabajo que querría desarrollar en los próximos meses y en sucesivos cursos, acompañado de la correspondiente implicación de las nuevas tecnologías. Creo que la siguiente infografía sería casi un prototipo de programación de competencia lectora a lo largo de todo un curso.
Fruto de las herramientas y de la colaboración del trabajo en equipo de Espacios de lectura puedo acentuar ya dos aspectos de lectura y anàlisis textual con los que podré desenvolverme mejor y mejorar la comprensión lectora de filosofía en el aula. El primero es el uso de aplicaciones como Pinterest -para intercanviar y conocer los gustos de lectura de los alumnos-; de plataformas como Canva -con la que seguro podré invitar a estructurar ideas en equipo que sinteticen las lecturas-, i de plataformas como el genial.ly -para hacer presentaciones de temas-.
La tecnología es un paso, sin duda, pero ver en la práctica resuelto satisfactoriamente un trabajo en equipo es todavía mejor. Y ver materializadas las ideas en grupo es mucho más motivador y productivo todavía.
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