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Mostrando entradas de abril, 2008

Baobab. Enrique Mestre-Jaime (hoja de sala en la galería ADN, Barcelona, 2006)

Arroyo de tierra África es el continente primigenio. Y su espacio es una puerta abierta a las culturas ancestrales que saben del enigma y del destino de la humanidad. El continente originario vive una espiritualidad cálida y húmeda que hunde sus raíces en tierras vigorosas como las de Mauritania, Malí o Níger, por ejemplo, y que extiende sus signos y sus impresionantes colores en la cuenca de desiertos y de milagrosos oasis. Enrique Mestre-Jaime nos presenta en esta ocasión una experiencia geosensitiva en forma de viaje iniciático: una navegación a bordo de barcos que parecen surgir de la arcilla misma de las tierras africanas, y que nos guían hasta el telón de fondo de las estrellas, transportados por salpicaduras de vida y de luz. En este viaje de texturas arenosas y doradas nos vemos reflejados en la silueta de ciudades y mezquitas que parecen nuestras sombras, y cuya espiritualidad traza una línea imaginaria que va desde el barro de la arquitectura modelada con las manos hasta l

Geografías de la calma. Enrique Mestre-Jaime

Bolsas de vida centenaria Desde los tiempos de Ulises hasta hoy la imagen de la superficie terrestre ha cambiado mucho, y la aventura contemporánea del viajero no se expone ya a un mundo completamente incierto, repleto de recodos y cantos de sirena, dominado por la incertidumbre ante los misterios del vasto mundo que podríamos considerar extramuros. En nuestro mundo «global», ya no hay nada que esté a más de un día y medio de distancia, y a menudo, a más de un clic. Tal vez por eso sea tan difícil hacer algún tipo de incursión cuidadosa en las zonas de claroscuro que protagonizan los viajes actuales, en esos puntos en que se cruzan de modo discontinuo las civilizaciones y los ritmos biológicos. Enrique Mestre-Jaime nos sitúa de nuevo en la trayectoria de un viaje, pero esta vez no en la grieta divisoria de un continente, en el curso de un viaje por el ritmo natural del agua, paso a paso, entre las costuras de la sequía y la frondosidad. El agua marina es ahora el puente desde