Como apasionado del libro y la edición, desde siempre me he sentido atraído por todo aquello que estaba relacionado con ese objeto para mí maravilloso: el libro. De hecho, en el presente tampoco puedo evitar ese impulso seductor a detenerme y hojear obras en estanterías, librerías (de viejo o de actualidad) e incluso a seguir las referencias de libros en Internet, páginas culturales de periódicos o revistas culturales. Si algún día pudiera hacer el ensayo de perderme o de no tener en cuenta el tiempo, el lugar perfecto para hacerlo sería una biblioteca o un lugar repleto de libros. Casi como el paseante del que hablaba Walter Benjamin en sus Pasajes , aquel que se perdía por las callejuelas de París, en los mercados de pulgas, las galerías y los bulevares. Pero también he tenido siempre otra pasión: la del cine, la fotografía y el arte, la de la imagen en todas sus dimensiones. De hecho, ya de adolescente ocupaba en solitario las butacas de algún cinestudio o paseaba por las s...