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Mostrando entradas de mayo, 2009

Tierras IV

Palestina, la veritat asetjada. Testimonis i reflexions per una pau justa Xarxa d’enllaç amb Palestina Últimamente he podido asistir a la proyección de un documental que aporta una visión directa de la cotidianidad de los territorios ocupados de Palestina, de su particular represión, sus consecuencias y sus efectos reales. Me ha parecido muy interesante y clarificadora la forma de tratar el problema: la falta de paternalismo y la ausencia del típico tono idealista de la causa, que a veces la presenta como una inequívoca lucha que no cuenta más que con la voluntad heroica de los palestinos, y no con la realidad cotidiana de unas personas que constituyen su propio día a día en una lucha desigual. Es heroica la resistencia de este pueblo, pero su capacidad de construir en ella una realidad donde poder vivir y seguir luchando es un ejercicio de inteligencia y de corazón más potente si cabe, y del que los europeos podríamos aprender mucho. Debemos

Sicko. Michael Moore (2007)

Supongo que casi todo el mundo habrá visto ya la última propuesta de Michael Moore. ¡Cielos, qué miedo! Aplausos para él, y dos palabras: sencilla, de una claridad diáfana. No hay mucho que decir, sólo una rápida reflexión: oscarizado o no, considero que todavía aporta genialidades, en este caso la idea de buscar un argumento como la sanidad para dar en el clavo de todo un sistema que es el falso ejemplo de democracia, libertad y racionalidad en el mundo. ¿Qué se puede esperar de un sistema individualista, si no es que, justo en el punto en que se necesite ayudar a alguien que lo requiera, se le niegue a éste la ayuda? Precisamente ésa es la cúspide del capitalismo, el punto en que sólo se pueda llegar a salvar el que tenga más dinero, es decir, el que tenga la suficiente suerte y capacidad de corrupción como para mantener el bolsillo cubierto y tener así lo que en otros sitios se consideran derechos fundamentales, como la sanidad y la educación. Nos venden esa libertad como la panac

Tierras III. Tebraa (Sáhara)

Tebraa, retratos de mujeres saharauis. Colectivo de directoras andaluzas En los últimos tiempos le he dedicado demasiado interés a deconstruir lo imaginario que nos envuelve, a la hipocresía de la ficción; en ese vuelo pendular cada vez se me iba quedando más difuminada la gravedad de la tierra, el espacio de posibilidad de la materia y la vida, no ya sólo en el choque o abandono de nuestros mundos difusos, en el suelo yermo de los buldozers sin cerebro de los ilusionistas, sino en la insospechada caída de las semillas del pasado, con su sentido daño, donde puedan surgir pequeños brotes de algo que se junta. En efecto, a diferencia del colonizador trasplantado, el expulsado tiene la posibilidad de encontrar similares tierras fértiles, a pesar de las heridas de su memoria, porque le cabe la opción de buscar parecidos, de encontrar tierras familiares, terrenos donde recuperar los restos de las crisis (Al margen de la necesidad de exhibir las cicatrices de su memoria ante los jarrones

Tierras II

La sal de este mar, Annemarie Jacir (2008) La llamada necesaria de la memoria lanza de regreso a una joven brooklynesa de origen palestino a Jaffa, pueblo donde antes de la nakba sus padres tenían unas tierras y un hogar que hoy son propiedad de una casual ciudadanía israelí. La espiral de ese retorno encuentra la desaparición de sus raíces bajo un suelo de hormigón, parcheado con grandes espacios, campos y solares de tierra removida en que conviven el hierro oxidado, los restos orgánicos y las baldosas de un pasado a todas luces documentado y documental. En esta película, me ha parecido ver que esa tierra revuelta y removida rompía las raíces de un pueblo para desaparecerlo y tapar la posibilidad de su pasado, y no sólo para forzar el éxodo de su cuerpo , sino para asentarse sobre el espacio vacío de su ausencia completa. He visto también a ese otro pueblo que ha suplantado su espacio y que ha sido transplantado en su lugar, ése que no consigue echar raíces tras erradicar

Tierras I

  En las últimas décadas, salvando la gravedad y la lentitud del pasado, sobre todo del pasado antiguo, el tema de las tierras de origen ha quedado convertido en un asunto caduco, mantenido todavía como tema de importancia sólo por algunos exagerados, incluso histéricos, a juicio de los opinadores más alegres y volátiles. Parecería que bastase con una maleta, con el éxodo, con el cambio de localidad, para que ese alguien trasladado al nuevo lugar quedase instalado automáticamente en el sitio de acogida, sin memoria, ni abono, ni problemas de llegada; y del mismo modo, bastarían sólo ganas y ninguna expectativa de incompatibilidad para volver a hacerlo de nuevo, y siempre que sea necesario, como almas que se dejan llevar por el viento. Al fin y al cabo, este es el presupuesto de la aventura contemporánea, la movilidad de la libertad de oportunidades moderna. En ese sentido, asimismo, veladamente, parecería también que el exilio también es de provecho, a pesar de que se