Frente a los conflictos de la imagen contemporánea, sin renunciar a la idea de invención artística, José Sales Albella aporta
una producción pictórica fresca en la que se funden géneros y acotan problemas
centrales del arte, a partir de propuestas que van de lo íntimo a lo
visible. Su pintura pone en relación la intimidad y el arte universal. Su obra nace de un sistema de producción económico que bebe de los
métodos fotográficos, el montaje y los ensayos. Mezcla su arte con experiencias
táctiles a partir del dibujo, el papel arrugado y plegado, entre otras
técnicas. Elige su paleta de color entre los marrones y los sepias con
irisaciones verdosas, los naranjas... Practica la indefinición y el
descentrado, la composición de planos fragmentados, y ameniza su interdisciplinariedad con
elementos históricos, de su mundo personal y traídos del pensamiento literario y cinematográfico. El artista nos ofrece una pintura figurativa caracterizada por un estilo neobarroco, donde abunda el diálogo entre la cultura del arte español y el presente actual. En su representación artística los objetos no son independientes entre sí: se
incluyen en la misma trama transhistórica de su mitología personal y familiar, cercana a la del alma española en el exilio.
Jose Sales Albella. El color del aire. 2012
Jose Sales Albella admite en alguno de sus escritos que el impulso ininterrumpido de todo su trabajo
artístico ha sido expresar de manera cuidada sus secretos, desvelar en forma de materia artística lo escondido en su intimidad. Y es cierto que en su obra se observa un cierto cuidado para que entre sus tejidos quede una parte de todo ello, y no se pierda. El
aderezo de la composición artística de cada pintura o dibujo señala su mundo interior, en la mediación entre su intimidad y la historia de todos, la cultura
general y el lenguaje que nos ayuda a entendernos. En ese gran y elástico
paisaje de su obra nos reúne a todos, en un espacio en el que coinciden nuestros libros secretos. El arte no puede ser solo una cuestión privada, y no debe serlo.
Jose Sales Albella. El teatro de operaciones, Arbre, 2009
En el desarrollo de la obra de Jose Sales, los hilos con el pasado no se han roto; incluso sin saberlo, han ido mostrando parcelas y trozos secretos de su mundo. El artista observa los mitos de su país y su lugar de origen, «lo pobre y lo rico muriendo juntos, lo grotesco y lo serio dándose la mano». Un fantasma que se concentró en la obra de Velázquez y en las imágenes de un maestro que abrió su primer pasillo artístico entre la intimidad-pasada y la comunicabilidad-cotidiana. En sus Pinturas librescas muestra su inmersión en los Siglos de Oro, jugando con la actualidad y con la sempiterna Edad Media que considera esclarecedora.
Jose Sales Albella. Laps Clair. Tres-fantasmas. 2006
Mediante la pintura, Jose Sales Albella combina el goce por un aprendizaje clásico, a partir de una obra que conoce bien (la de Velázquez), y el recuerdo de unas horas de infancia en las que observó «distorsiones de imágenes robadas de puntillas». La admiración del artista por clásicos como Zurbarán, El Greco y Goya le lleva a un gran respeto por lo académico que, unido a una búsqueda de los orígenes de la sociedad con el apoyo de la literatura, le induce a elaborar una «escritura fragmentaria de imágenes», una reevocación y una nueva representación de obras clásicas. Por ello, en la serie Pinturas librescas, de 2005, el libro se postula como un lugar espacial, como medio, sujeto y fuente de inspiración que abre la naturaleza muerta a una naturaleza viva.
José Sales
Albella. Espego. Peintures livresques,
Don Diego, 2005
Esto se observa
también en la serie Papeles arrugados,
siglos, igualmente de 2005, donde
elabora una metáfora del contenido tapado en las ilustraciones de las
representaciones clásicas, olvido que impide ver de manera limpia la dimensión
de su legado y su traslación al presente, y donde es necesario evocar la
reapertura fragmentaria de su arruga para poder volver a ver lo escondido en su seno.
Enfrentarse al olvido es enfrentarse a la posibilidad de una nueva memoria, memoria que en gran medida es construida gracias a la imaginación y a la reformulación de un presente capaz de actualizar el pasado.
Jose Sales Albella. Zapatos, Quijotes, 2008
Jose Sales Albella. Zapatos, Quijotes, 2008
En la introducción a uno de sus libros de artista, Laps Clair (2007), Cristiano Gaussen nos habla de cómo la
mentira es, sin duda, la primera manifestación del desarrollo del pensamiento
independiente en los niños. Es el poder de la imaginación, capaz de cuestionar
los límites aprendidos. La mentira ofrece a los niños una oportunidad para
decir no a los demás sin asumir un conflicto frontal. También es la afirmación
de una nueva construcción mental (la ficción, la imaginación y la invención)
que altera el círculo familiar de los hábitos y la espera de la satisfacción. La invención se
encuentra entre las primeras líneas del dibujo infantil, en los «borradores de un
espíritu que se va creando, de significado más profundo del que se conoce, pero
que avanza en el niño por el desplazamiento de su propia psique».
Jose Sales Albella. Papiers froissés (2005)
Las imágenes construidas, el
dibujo, el grabado y la pintura, están sujetas al conflicto de verdades que afecta a la
abstracción, del mismo modo que a la propia materialidad de la mente, la ordenada y coherente
representación figurativa de la realidad. Este juego preocupa a adultos que
buscan elementos fijos para hacer frente a la realidad, pero en las artes,
donde la abstracción es género, existe una forma de mentir que cuestiona los
límites de nuestro saber en transacción con la realidad. La abstracción es un
alejamiento, un cambio que nos aleja de la inquieta y renovada aparición de lo real. La
imagen «mental» permite escapar así desde lo íntimo, desde la singularidad.
Jose Sales Albella. Laps Clair. Entradas, 2006
Aunque la ficción es uno de los principales impulsores de los artistas,
como de los niños, a ganar el mundo que les rodea, se ha vuelto rara en una
época en la que ya no nos sorprende nada, ni la misma ficción. Es posible que la
ficción ya no necesite de la realidad para campar a sus anchas, ni que su
función sea ya apoyar a la realidad, sino negarla. En la pintura, tanto como en el
pensamiento en general, pervive un drama, el de la relación de la humanidad con
la ficción, el de la crisis de la representación que parece abocar a una
desmaterialización compulsiva y a una temporalidad evasiva. El medio se ha
convertido en fin: el problema de la temporalidad pone en cuestión el lento y
subjetivo proceso pictórico, así como la frágil lectura que de
ella suele hacerse. Y todo ello a pesar de que las «dulces mentiras» de la
pintura en su confrontación con la ficción puedan aspirar, entre otras cosas, a
mantener viva la imagen de lo que se sabe perdido para siempre. En este drama,
el artista sabe que la imagen fotográfica sirve como instantánea que
intenta reconstruir el ámbito de lo real donde la pintura ha decidido desde
hace mucho tiempo asumir la pérdida. Tal vez sea esta la clave de la presencia
implícita de la fotografía en la obra de Jose Sales Albella.
En esta faceta de pintura teñida
de fotografía, en la cual la imagen técnica
interviene como elemento de la obra, en un intento de impulsar la pintura a la reconstrucción de escenas que validen hechos históricos reales, aunque
sea mediante realidades latentes o solo visibles desde la ficción, podemos
incluir su serie «Quijotes», de 2007, así como sus exposiciones Teatro de operaciones y España al corazón, de 2009, y El último adiós,
de 2011. En ellas, Jose Sales
modelaba la materia histórica del periodo de lucha contra el fascismo, mediante pinturas al óleo sobre papel. La pintura es para él un
documento, una historia que se combina con el arte, del mismo modo que lo hace la prensa. Así compone, descompone, recompone y multiplica
pictóricamente, en busca de una «imagen cinemática» que pueda recuperar lo que
el ojo del espectador perdió en los «pliegues de la decoración de los medios
impresos». Intenta restaurar la percepción vana que se establece de forma
permanente en las divisiones de la temporalidad comunicativa. Un conjunto
perceptivo que fragmenta nuestra relación con la historia y con el movimiento
de sus actuaciones.
La utopía de la estética
enraizada en el corazón del hombre, la derrota del hombre cuando se convierte
en cuerpo aislado y vulnerable, puede personalizarse en la figura de Federico
García Lorca. Entre los años 2008-2011 surgió uno de los últimos intentos por
buscar su fosa y otras fosas comunes cavadas durante una guerra en la que la
población fue dividida y todo movilizado, desde los instintos más salvajes
hasta las virtudes más sublimes. España
al corazón y Teatro de operaciones, de 2009, se
ubican en los intentos, en España, Francia y otros países, por volver a visitar
la historia de los crímenes contra la humanidad cometidos durante y después de
la Guerra Civil Española.
Jose Sales Albella. Manola, Quijotes, 2007
Según Sales Albella, un grito se
escuchaba en los campos de Aragón durante la Guerra Civil de 1936-1939: la
palabra presente en la mente y el pincel del artista es «Quijotes». Aquellos quijotes de
tiempos modernos y su «sueño de autogobierno, a la espera de la llegada
de las hordas de lobos azules», aquellos quijotes intentaban, casi siempre sin
recursos, a veces sin cultura, inventar un nuevo mundo sin dios ni amo. En aquella historia todavía sin resolver resuenan las canciones y los deseos de personas que lucharon juntas. Frente a la autocensura del pasado, y el miedo al
futuro, existe la llama de las utopías. Entre las multitudes cosmopolitas de
hoy, a la sombra de crisis abstractas y guerras cada vez menos sólidas,
conviene recordar la fuerza de aquellas personas muertas que pensaban nuevos
mundos con absoluta convicción.
Aquellas barricadas eran frágiles ya mucho antes de que se «afeitaran» sus sueños. ¿Cómo hacer que agricultores o vecinos lucharan contra su desesperación ante soldados profesionales, o ante la criminalización según la cual dios, el orden del mundo y la propiedad estaban siendo violados? El secreto español se conocía y se sabe de antemano, pero la tragedia de aquellos hombres que preparaban nuevas ideas fue su asesinato, su cárcel y su exilio, ¿qué sabe de todo ello un ciudadano europeo del siglo XXI entre una muchedumbre gris? Probablemente cree que sus barricadas fueron de película o que sus héroes fueron de ficción. No obstante, sus héroes fueron reales, tanto que, para alcanzar el lujo de su visibilidad, todavía sólo podemos usar imágenes y connotaciones de ficción.
En El ultimo adiós, de 2011, Jose
Sales recreaba el último principio
utópico del final de la Guerra Civil Española. Ante la «retirada» en Francia
(como en otros países) de las cuestiones políticas y de derechos humanos,
buscaba en la memoria algunas de las imágenes que la precedieron.
Hoy, el mundo cambia, y ante el eco de pantallas, radios y periódicos no está
demasiado claro quién puede ver. Más allá del fracaso, la angustia se hace
optimista al pensar que cada momento es un desastre que nos puede llevar a una
nueva estrofa poética. Cada movimiento es el último, nunca se pierde, a pesar
de los esfuerzos rituales del conjunto. En el momento último, el cataclismo se
hace plural, común, concurrente, camarada, aparece en él la historia, con su
gran dosis saludable de ficción. Gracias a ello podemos hacer preguntas
renovadas a nuevos desastres.
Jose Sales
Albella. Obras de la exposición El último
adiós. Médiathèque
Federico García Lorca, 2011
Normalmente,
nuevas puestas en escena de la memoria alimentan un trabajo en forma de ciclos y series. Cada vez que
afronta un proyecto nuevo, una pintura, el artista empieza una nueva relación que va
creciendo poco a poco. La imagen toma cuerpo a partir de los colores, del
dibujo, para ser finalmente una ilusión con su propio tono y su propio soplo expresivo.
Sus pinturas actuales giran en torno a las connotaciones de lo cotidiano, de la
pintura de todos los días. Su apasionamiento y su conciencia de lo efímero
practican una escritura parcial de imágenes, una representación en busca de una
tercera imagen obtenida mediante rupturas estilísticas.
Jose Sales Albella. La playa. Dessins, 2008. (Coloración permanente. 2011)
En
los últimos trabajos de Jose Sales se ha consumado un nuevo acercamiento a lo
fotográfico en la pintura. En Coloración Permanente, de 2011, como eco del aprendizaje del arte
contemporáneo, una especie de realismo mágico comenzó a producir intenciones y
formas frágiles y frescas que se mezclaban sin esfuerzo, con una humildad
necesaria, aunque, a menudo, difícil. La literatura y un marcado tono poético
han vuelto a formar parte de su trabajo, a fin de construir una vida estética
que clarifique los esfuerzos sin perder, por el contrario, su fuerza. La
intención es evitar que «los hilos conductores artísticos se entremezclen y
puedan dispersarse en la vida, asesinados por el cielo...»
En El color del aire, de 2012, establece un diálogo sobre los
viejos sueños y sus grandes paralelismos actuales, sobre lo reconfortante de nuestras
visiones cuando se acompañan de la misma deontología, en su relación con lo
remoto tanto como con la existencia. En lo artístico, para acceder a la lectura
de otras épocas, la fotografía abre su vínculo de presente con la pintura, una forma de restaurar la conexión con los sueños del pasado que ayuda a la pintura a alcanzar visibilidad en el presente. El mundo cambió con la
aparición de la fotografía y con sus extensiones narrativas de vídeo y cine. Pintar abiertamente es fotográfico, y la fotografía es, en su
secreto, siempre un combinado pictorialista. El último eslabón del arte pictórico es la relación de la memoria con la huella fotográfica, a pesar de todas las dificultades de comunicación.
En la actualidad, sus últimos trabajos se ubican en el
territorio común de la crisis política, social, económica y cultural actual. En
Al igual que un escarabajo en un tazón,
de 2012, reflexiona sobre el conjunto de su trabajo realizado hasta ahora, así
como sobre el momento actual en que vivimos. La «gran cosa» que parecía
anunciársele desde hacía veinte años ha precedido a una gran decepción. La
escritura y la construcción de un mundo de imágenes no es íntima por sí misma, sino social,
pasa por lo social, tal vez un social demasiado débil frente a las tomas de
posición de lo singular. Así, Jose Sales no pretende ni intenta «mirar la
gloria o quedar en la memoria...», sino solo imaginar imágenes y, finalmente,
dejar rastros reales de existencia. Esto se lo aclaran tal vez los fotomontajes, la
narración, la fotografía, en los cuales una serie de transiciones da lugar a
otra forma, a una autorreflexión, a una renovación de las intenciones agotadas por
cualquier discurso previo demasiado programado.
La serie y los montajes le permiten caminar entre la sociedad con los recuerdos y las evidencias que se le disparan. Cada pieza termina
siendo el resultado del proceso, el fruto de su propio juego, convirtiéndose
necesariamente en una realidad más. A menudo vislumbramos un nuevo lugar, una
nueva carretera, una nueva llama casi espontáneamente: el aprovechamiento de
esas oportunidades nos rejuvenece por la perspectiva que pueden abrir. Completan lo que los «patrones climáticos tristes» no habrían tenido la
fuerza de despertar.
Jose Sales Albella. Comme un scarabée dans un bol et autres peintures. 2012
En la actualidad, Sales Albella se
enfrenta al río relativista actual. No tenemos ninguna forma de saber si algo
está mal, pero no sólo queda la identificación. El tiempo está en el aire, lleno
de ansiedad, lleno de imágenes, fotos...
El lugar del artista ante las imágenes y la comunicación del arte debe trazar con sus temas una línea hacia la naturaleza infinita. Una línea que, si
bien se disuelve en el instante, más que en esencia, puede dejar estar al
tiempo, que las cosas sean, y volver con la imagen a pesar de que el tiempo se
cuele por todas partes. Sales Albella compone sus obras con las
circunstancias de su vida diaria, intenta hacer que su cuerpo y su corporalidad
especifiquen los objetos. Mediante las fotos presentes en su casa, en su taller,
en sus artículos de prensa y revistas, evita que las imágenes sean reclusas en
la colección de cualquier biblioteca infinita, y busca que vuelvan de nuevo a
su flujo sanguíneo, al de su secreto pendiente de expresión.
Jose Sales Albella. Comme un scarabée dans un bol et autres peintures. 2012
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