Al amanecer un cuento, niña,
que la vida se puede bailar tranquila
cuando se abre todo,
que los pasos suenan bien
cuando ni fuertes ni mudos
se camina sobre sí mismo.
Que la luz y el cuento, niña,
brillan como estrellas en la noche infinita,
enredados en las sábanas dulces del tiempo
que las mira,
tutelados por el saber que asoma
en sus penumbras.
Aprende, tutelados por el saber que asoma
en sus penumbras.
que niños en sus brazos
somos todos.
Ahora, al amanecer, cielo
un cuento inundado de visión,
mucha luz
regalada sin pensarlo demasiado
a los guardianes de los cofres de los templos
en que se esconden cautivos nuestros sueños.
Al amanecer, un cuento, niña,
vamos a escribirlo en el aire con un beso,
tal vez así les llegue el eco a los mayores, lejos.
Un cuento,
para ver la luz repuesta en sus rincones
y la ilusión tejida en medio,
porque los sueños, aunque sueños,
se cruzan con su cuerpo y se desplazan en el tiempo.
Un cuento,
para ver la luz repuesta en sus rincones
y la ilusión tejida en medio,
porque los sueños, aunque sueños,
se cruzan con su cuerpo y se desplazan en el tiempo.
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