Arroyo de tierra
Nuestro viaje discurre por el cauce del «agua», y ese es el nombre de las esperanzas africanas, tesoro que lo fue en el origen y deuda que lo será en el destino de la humanidad.
África es el continente primigenio. Y su espacio es una puerta abierta a las culturas ancestrales que saben del enigma y del destino de la humanidad. El continente originario vive una espiritualidad cálida y húmeda que hunde sus raíces en tierras vigorosas como las de Mauritania, Malí o Níger, por ejemplo, y que extiende sus signos y sus impresionantes colores en la cuenca de desiertos y de milagrosos oasis.
Enrique Mestre-Jaime nos presenta en esta ocasión una experiencia geosensitiva en forma de viaje iniciático: una navegación a bordo de barcos que parecen surgir de la arcilla misma de las tierras africanas, y que nos guían hasta el telón de fondo de las estrellas, transportados por salpicaduras de vida y de luz. En este viaje de texturas arenosas y doradas nos vemos reflejados en la silueta de ciudades y mezquitas que parecen nuestras sombras, y cuya espiritualidad traza una línea imaginaria que va desde el barro de la arquitectura modelada con las manos hasta la interrogación por el destino del mundo.
Nuestro viaje discurre por el cauce del «agua», y ese es el nombre de las esperanzas africanas, tesoro que lo fue en el origen y deuda que lo será en el destino de la humanidad.
El «escaso bien» sólo premia algunas tierras de África, que reciben el color gracias a los meandros de valientes ríos que las fertilizan y que, cuando se retiran, donan también el barro con el que se amasan igualmente creencias, mitos y el adobe de los pueblos. Con el color renace la vida, allí donde se detiene el agua. Por eso el color también despierta el deseo de llevar la vida hasta el telón de fondo del destino, del continente, del planeta y del universo, y de allí traerlo de nuevo al pasado. África es la cuna, y el color de sus sueños y de su espíritu penetra en las raíces del barro y nos pide que hagamos algo para detener el agua, pues si no, sólo quedará la posibilidad de las estrellas.
Más información sobre Enrique Mestre-Jaime
http://edictica.blogspot.com/2008/04/geografas-de-la-calma-enrique-mestre.html
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